sábado, 16 de mayo de 2009

Una deuda de juego


No te hagas el loco ni el olvidadizo, acuérdate, apareciste de la nada chillando acerca de una deuda, algo complicado, estabas asustado, aterrorizado, enredado en un tremendo lío, te iban a quebrar por deudas de juego, debí dejarte solo frente a tus amistades salidas de los bajos fondos, querían verte para cobrar, temblabas, me provocó reír: jamás te había visto tan cagado como aquel día, me sentí raro, extraño, era la primera vez que me pedías ayuda, llegué a preocuparme, tu vida era un caos, te acompañé para ver a aquel tipo, iba a ayudar prestándote la plata, todavía me la debes, no te preocupes, no estoy cobrándote, nada de eso, tranquilo, sólo pienso que puedes terminar mal, nos encontramos con aquel cobrador, se me enfrió el guarapo frente a esa mole humana, ¡mierda!, tenía pinta de asesino, trataba de disimular pero mis piernas temblaban, le pagué y nos largamos, sólo te expresé que no volvieras a buscarme para estos menesteres, lo olvidamos, no tenía ganas en volver a encontrar con esa clase de personaje.

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