sábado, 16 de mayo de 2009

Desmadrado


Estaba desmadrado. Debió ser algo que comí en aquella taguara que me llevó Julian, comida barata y buena. Barata si, buena... Pasé toda la tarde vomitando luego, la cagantina, me vacié. No podía sostenerme en pie. Boté hasta las tripas. Era un resto de persona. Una sombra deambulando por cualquier parte. Ni leer podía. Nada de nada.
Logré llegar a mi casa porque me dieron la cola, a punto de muerte. Creí, por momentos, que me iba para el otro barrio, poco faltó, en esos instantes pensaba incoherentemente, tendido sobre el lecho. No quería saber nada de comida ni bebida, sólo deseaba dormir: tuve la impresión de ser castigado con el dengue, aterrado. Cagado, meado, vomitado, esperé sobre el lecho, el final. La verdad sea dicha, no era el final deseado. Olería muy mal.

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