sábado, 11 de abril de 2009

Una noticia más


Salía, aquella noche de viernes, del restaurante chino en Los Chaguaramos. Contento. Su primer salario en el bolsillo. El aprendiz de cocinero pensaba en sus sueños, planes, cambios de vida. La finalidad, traer a su familia de Bailadores. El trabajo de campo no le daba casi nada. La búsqueda de lo novedoso. La aventura. Intentar mejorar su vida y la de los suyos. En eso cavilaba al arribar a la esquina. La intención, cruzarla para obtener un puesto en una de las camioneticas que se dirigían hacia San Agustín del Sur, lugar en el cual, consiguió un cuarto a precio razonable. No llegó. No arribó a su meta. Una patrulla lo esperaba. Le prepararon una celada. Golpes. Improperios. Gritos. Ismael era arrastrado hacia las interioridades del vehículo sin dejar de patearlo, incrustando las cachas de sus armas de reglamento entre los omoplatos, perdiendo el oxígeno, inutilizándolo. Trataba de recuperarse en medio del desconcierto. Lo ruletearon por la ciudad. Uno de ellos introdujo la mano en su pantalón, extrayéndole el salario. El puro dinero cambiando de propietario. Quería levantar la cabeza. Fue inútil. Sentía el peso de las botas del agresor sobre su cuello. Sin detenerse, aumentando la velocidad, abrieron la puerta. Trató de luchar. Era el golpear del viento contra su rostro, cuerpo, rodando por el pavimento, rebotando contra el borde de un montículo lateral de la autopista en dirección este, frente al Centro Ciudad Comercial Tamanaco. Ismael Bellorín, campesino venido a la ciudad a probar suerte.

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