domingo, 31 de mayo de 2009

Debía o no abrirla


Costaba levantar, difícil, la modorra me invadía, sólo aspiraba a seguir durmiendo, continuar soñando con una vida que no era la mía. Nada que hacer, los ojos dejaron de cerrarse. Se encontraban bien abiertos y por más que giraba entre las sábanas, no podía recuperar las profundidades de otra existencia. Me levanté dirigiendo al baño, una buena meada luego, a la cocina enchufando el calentador, un buen baño de agua caliente. Otra vez a la habitación. Retorno para buscar la ropa que usaría aquella mañana, la deportividad. Un simple viernes en la mañana. Hay algunos ociosos que disfrutan del amanecer, ver salir el sol, en mi caso, que va, si pudiera extender el dormir hasta el mediodía, sería un hombre feliz, el espíritu más profundo de la ociosidad.
En uno de esos ir y venir, atravesando la sala, noté la presencia de un sobre. Por el logotipo logré identificar su procedencia. ¡Mierda! La cuenta de la electricidad. ¿La habrán aumentado? Esperaba que no, la ruina económica dominaba mi existencia. Últimamente pagaba deudas, sólo deudas, no lograba salir de ellas. Preferí dejar el sobre sin abrir sobre la mesa y continuar con mis actividades matutinas. Tenía tiempo y lo que debía cancelar lo llevaría a cabo la próxima semana.
Bañado, desayunado, vestido, cepillado los dientes, me acerqué a la mesa tomando la carta, le di vueltas mientras me instalaba sobre mi silla favorita. ¿Debía o no, abrirla? Gran interrogante. La alejaba, acercaba, alejaba, acercaba hasta que, luego de un suspiro, decidí abrirla, la hora de la verdad se acercó, era tiempo en enfrentar la cruel realidad de la cotidianidad.
Quedé perplejo, apabullado, enmudecido. Pensé que era una broma de mal gusto de algún compinche. No, era la pura realidad. Hasta me provocó ir a una oficina de la electricidad para que me informaran si existía un error. Era incapaz de moverme. Clavado sobre mi silla favorita. ¿Qué hacer? Nada, era la mejor respuesta, no le debía nada a la compañía de luz. La deuda indicaba el puro cero, sólo el cero, no aparecía otro número y una nota aparte en la cual, explicaba las razones por las cuales estaba imposibilitado en cancelar, un montón de insultos por no utilizar dicho bien social obligando a la empresa a dejarlo sin deuda. Estaban furiosos por no poder cobrarme nada, no lo comprendían, yo, tampoco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario